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Item 000515 - Discografía - El piano en el jazz II - Audición nº 10
Part of Fondo Néstor Ortíz Oderigo

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- 1912 - 1996 (Creation)
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Digitalizada del soporte papel.
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Sus primeros artículos aparecieron en la revista “Fonos” en 1928. Luego colaboró en diarios y revistas de todo el mundo como “La Nación”, “El Mundo”, “Nosotros”, “Lea y Vea”, “Davat”,“Saber Vivir”, “Sustancia”, “Associated Negro Press”, “Oportunity”, “Playback”, “Jazz
Magazine”, “Hot Club Magazine”, “Música Jazz”, “Pensamiento da América”, “Folha da Manha”, “Ritmo”, “Quilombo”, “Mundo Uruguayo”, “Rhythme”, “Australian Jazz Quarterly”.
Néstor Ortiz Oderigo había comenzado a entusiasmarse con la música de los afronorteamericanos a los catorce años. El amor por el jazz lo había conducido a interesarse en la cultura negra de toda Latinoamérica, en particular del Río de la Plata.
Murió en 1996, a los 84 años de edad. Su viuda donó la inmensa colección de libros sobre temas antropológicos, discos, tallas y tambores al Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Su sobrina, Alicia Dujovne Ortiz, donó material inédito a la Universidad de Tres de Febrero para dar a conocer parte de la obra que no fue publicada por el autor.
Murió en 1996, a los 84 años de edad.
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Guion para el programa radial "Meridiano del jazz", transmitido el domingo 7 de marzo de 1965 a las 13: horas. La primer foja muestra la lista de los discos emitidos al aire ese día.
Se comparte el texto de la disertación preparada por Néstor Ortíz Oderigo, que se encuentra a partir de la segunda hoja, en el PDF de este registro:
"Al acercarse al piano, con el objeto de que este instrumento uniera sus fuerzas a las de los miembros organográficos de la orquesta de jazz, no podía aguardarse que los negros-que habían pasado su vida realizando tareas en las plantaciones del sur norteamericano, y recién emancipado s utilizaran la técnica pianística de la música "erudita". Dos motivos había para ello: primero, que la ignoraban en absoluto, y luego, que era lógico que, al enfrentarse con un "nuevo" instrumento, trataran de aplicar a su ejecución las características de su añosa tradición musical, eslabonada a lo largo de varios siglos.
No es de extrañar, entonces, que su enfoque del piano se haya caracterizado por ser esencialmente percusivo. Ante todo, el negro vio en el complejo instrumento un membranófono similar al tambor, o un idiófono semejante a la marimba. De ahí que sus creaciones en el piano posean un carácter eminentemente ritmico. Desarróllanse sobre la base del ataque vigoroso e incisivo, y se vierten hiriendo las teclas en forma staccato.
Por eso, el pianista afro norteamericano, y lo mismo podemos decir del afroamericano en general, casi no utiliza el pedal, o lo pisa sólo al marcar los tiempos del compás. Pues la estética de su música, se encauza hacia la búsqueda de un timbre áspero, cortado y cortante. Trata de lograr la sonoridad seca del tambor o de la marimba, instrumentos cuya técnica o cuyos elementos fónicos siempre se hallan en la base de la música del África occidental y de sus diversas ramificaciones afroamericanas.
Todo lo dicho puede aplicarse, al ciento por ciento, a la escuela pianística de Harlem, denominada asimismo stride o party piano. En nuestra emisión anterior, hemos esbozado sus características. Pero hoy nos permitiremos insistir en ella, pues se trata de una modalidad de largo alcance técnico y de dilatados influjos estéticos. Porque, cuanto más se aproxima el estudioso a sus cultivadores, y a medida que penetra en sus raíces y en sus frutos, con mayor claridad se advierten los singulares hallazgos técnicos que se deben a aquéllos. Es que no son, precisamente, aficionado s. Como todo el jazz de Harlem, estaba en manos de técnicos consumados; en manos de instrumentistas dotados de una sólida formación artística.
Como ahora se dice, la escuela de Harlem es una escuela "progresista", aunque sólida y profundamente enraizada en la sustancia clásica del jazz, en sus elementos autóctonos. Por eso ha sido caldo de cultivo de las modalidades de no pocos cultores "altraístas", desde Art Tatum, hasta Thelonious Monk.
Pero no nos extendamos sobre el tema. Vayamos a la faena de exponentes de esta estética de los que no nos hemos ocupado en nuestra emisión del domingo pasado.
Del connubio de los estilos de James P. Johnson y "Fats" Waller, nació uno de ellos: Cliff Jackson. Pero Cliff Jackson no es un copista. Asimiló lea "maneras" de sus maestros, pero ered su propia modalidad, absolutamente inconfundible en cuanto pulsa el primer acorde. Su vigorosa mano izquierda, característica infaltable de la escuela de que hablamos, y que genera bajos pujantes y versátiles, contrapesa a la derecha para brindar a su discurso una arquitectura salida, bien fundada y equilibrada. Imaginativo en sus hallazgos, la invención, de muy buena ley, lo acompaña en todo momento y lo conduce de la mano a través de un terreno fresco y vivaz. En sus creaciones fundadas sobre la base del ragtime y de los blues, su silueta se perfila con vigorosas y personales aristas.
Hook Shop Blues es una característica demostración del típico idioma de Cliff Jackson.
En la línea James P. Johnson-"Pats" Waller de la escuela pianística de Harlem, se ubica Willie "The Lion" Smith. Vale decir que su formación tiene sólidos fundamentos en el lenguaje clásico del teclado. Pero es un artista dotado de una robusta personalidad. Su touch es inconfundible. Técnico para quien su instrumento no guarda secretos, en su ejecución confluyen los más caros elementos susceptibles de dar forma y espíritu a un artista de perfil nada común. Porque Willie "The Lion" Smith posee una generosa inventiva, sus recursos son amplios, infalible es su oído armónico, que le permite crear "nuevo s" acordes que llevan vientos nuevos a la escuela que cultiva, y un sentido bien desarrollado de la melodía, cuyas transformaciones pueden apreciarse en Mutiny in the Parlor, grabado con la orquesta de Mezz Mezzrow.
El influjo de "Fats" Waller y de Willie "The Lion" Smith insufló la vida artística a otro cultivador de la escuela pianística de Harlem, que iba a introducir nuevos sesgos en este ámbito y se convertiría en uno de los mayores pianistas orquestales de cualquier tiempo. Es, desde luego, negro. Y se llama "Count" Basie. Pero de él y de su orquesta ya nos hemos ocupado in extenso. Limitémonos, entonces, a escuchar uno de sus discos. Se trata de Dupree Blues. Lo secundan Freddie Green (guitarra), Walter Page (contrabajo) y Jo Jones (percusión).
Hijo de la escuela de Harlem, del stride piano style, fue también el fabuloso Art Tatum. A menudo, su técnica impresionante oscurece su faz artística, que yacía en un bosque de escalas, de arpegios, de frases arpegiadas, de acordes lanzados aquí y acullá con un virtuosismo escalofriante. Pero hoy no hablaremos de Art Tatun. Porque Tatum pertenece al "ultraísmo" en el jazz, más bien que al stride, toda vez que fue de los primeros que incursionaron en aquellos dominios y fue el padre de la escuela "ultraísta" aplicada al piano.
Una de las mayores exhibiciones técnicas de Art Tatum vive en su versión del viejo Tiger Rag.
De la escuela de Harlem recogió también Garland Wilson los elementos que componían su estilo. Frecuente acompañante de cancionistas de blues del barrio negro de Nueva York, no tardó en asomarse a primer plano del proscenio, como solista, y conquistar el renombre que le permitió marchar a Francia y triunfar. Su estilo se caracteriza/por la presencia de una sólida mano izquierda, percutida y percusiva, que imprimía una indestructible solidez al edificio de su discurso sonoro. Por otro lado, incisivos trinos daban "color" e imprimían variedad a sus expresiones. Con fuerza y persuasión hablaba el idioma de los blues. Pero también era capaz de decorar con originalidad páginas melódicas como Rockin' Chair, que ya sale el aire.
Otro heredero de la tradición pianística de Harlem es un artista a quien conocimos a través de las grabaciones de Jack Teagarden. y de Eddie Condon. Hablamos de Ralph Sutton. Profundamente consubstanciado con los elementos formativos de la escuela stride, en la que, como hemos dicho en nuestra emisión anterior, el ragtime ejerció una influencia preeminente, Sutton ha captado los recursos de ella y los ha enfocado a la luz de una nueva perspectiva, de una perspectiva personal. Porque no bebió ciegamente en este fontanar. A sus elementos imprimió un sesgo propio. Por eso sus creaciones pueden identificarse sin esfuerzo.
Oigamos a este pianista en la versión gramofónica de Panamá. Es el conjunto de "Punch" Miller.
Quedaría viciado por una omisión de bulto este somero panorama de la escuela pianística de Harlem, si no consagráramos dos palabras a un abanderado de la vieja guardia. Nos referimos a Joe Sullivan, quien absorbió los procedimientos de esta escuela a través del influjo de "Fats" Waller. Sullivan evolucionó considerablemente desde los días en que militaba en la escuela de Chicago. Es decir, evolucionó decididamente hacia las "maneras" afro norteamericanas del jazz piano. Y, en la medida de sus fuerzas, trató de asimilarles hasta en sus más imperceptibles latidos. Ultimamente ha sido bastante menospreciado por cierta crítica extranjera que juzga a los músicos de 1930 con el criterio que se aplica a los de 1965. En sus buenos momentos, Sullivan es un pianista a quien, ni el más exigente, puede eliminar de un plumazo, sea que le agrade o le disguste.
Honeysuckle Rose, por este artista, ya está en el plato giratorio del "control".
Hablemos ahora de otra escuela pianística de dilatado aliento. Surgió a fines del decenio de 1920. Y se la denomina trumpet style, o sea "escuela de trompeta". No es arbitaria su denominación. Responde al hecho de que el piano trata de imitar la línea melódica, los acentos, el fraseo y los diversos vibrati de ese aerófono. Dentro del ámbito "clásico", constituye la escuela más híbrida, sin que el vocablo tenga aquí las menores resonancias peyorativas. Sencillamente, es híbrida porque, en su seno, confluyen los elementos del ragtime, los ingredientes del blues, los principios del boogie woogie, los procedimientos del piano jazz en general y ciertos recursos de la música "erudita" euroamericana.
No fue generada esta escuela por un grupo de artistas. Es producto del ingenio de un solo pianista. La acuñó Earl Hines.
A la más brillante constelación que domina el firmamento del jazz trasladado al teclado, pertenece Earl Hines. Veterano de las huestes del arte hot, ha actuado con los artistas de mayor predicamento del género. En 1929 tuvimos la oportunidad de tomar contacto, por vez primera, con las singulares creaciones solistas de este músico, que, al territorio de la estética sincopada, traía fuertes vientos de renovación. Fue en esa fecha cuando llegó a nuestras manos una serie de los especímenes más raros de toda la discografía del jazz: los registros QRS, signo fonográfico cuyos contadísimos ejemplares existentes en todo el mundo, son ávidamente buscados por los estudiosos y los aficionados de las cuatro esquinas del orbe.
Uno de estos discos contenía Panther Rag.
Con la aludida serie de discos, penetraba Earl Hines, con paso firme y seguro, en la órbita del mejor jazz. Venía equipado con una técnica amplia, generosa, infalible, aplomada. Aportaba una personalidad sólida, un demoledor touch, un timbre acerado y mordiente. Violentos movimientos de octavas, ejecutados con la mano derecha y acompañados de tremoli, con los que busca sonoridades y timbres sostenidos; un ritmo despiadado, alucinante, que brota de una mano izquierda inquieta, nerviosa, saltarina, de goma; un caudal de improvisación cuyos acumuladores se cargan automática mente; la obsesionante reiteración temática, y las bruscas e inesperadas pausas e interrupciones del ritmo breake, constituyen algunos de los planos de su poliédrico mecanismo técnico.
Fifty-seven Varieties, que en seguida oiremos, es uno de los soli más justamente famosos de Barl Hines o de cualquier pianista. Cayó como una bomba en el ambiente jazzístico del decenio de 1920. Y hoy todavía subyuga. Aclaremos que el título de la página, que significa "cincuenta y siete variedades", nada tiene que ver con las variaciones que traza el artista. Se refiere a las clases de conservas que produce o producía una empresa norteamericana denominada Heinz, apellido alemán casi homófono del pianista.
Earl Hines no es sólo el pianista capaz de anudar los ritmos más inverosímiles, de crear interminables improvisaciones sobre tempi precipitados, de envolvernos en el vórtice de ejecuciones endiabladas. También es capaz de ser sutil, poético, lírico y dramático.
Muggles es un bello e ilustrativo ejemplo. Ejecuta el grupo de Armstrong.
Hemos dicho que, entre los elementos que concurrieron en la formación del trumpet piano style, figuran, como no podía ser de otra manera, ingredientes de los blues vocales trasladados al teclado y del ragtime, derivado de las ejecuciones banjoísticas de los negros, durante la época del cautiverio en los Estados Unidos. Por consiguiente, después de haber escuchado lo que, en Muggles, realiza, con la materia prima de los blues, el creador de la escuela pianística que nos ocupa, resultará de interés comprobar cómo el rostro del ragtime muda su fisonomía en las hábiles manos de Barl Hines.
La página registrada es el clásico Maple Leaf Rag, de Scott Joplin, En esta oportunidad, el pianista aparece al frente de su orquesta.
Interrogado Earl Hines acerca del origen del trumpet style, de la escuela de trompeta, no titubed un solo instante en manifestar que proviene directamente de sus propias ejecuciones en este instrumento; porque sabido es que el artista se inició musicalmente en dicho aerófono. Sin embargo, la similitud de sus creaciones pianísticas, con los toques" de Louis Armstrong, aclaran en forma concluyente la verdadera pila en que bebió.
En el sentido apuntado, nada más ilustrativo que Skip the Gutter, vertido por los Hot Five de Louis Armstrong, con la colaboración del pianista de que hablamos. Aquí, en una especie de canon o call and response, la similitud del lenguaje de ambos artistas es tan extraordinaria que, hasta en los timbres, puede advertirse.
A lo que acabamos de decir respecto de la incuestionable influencia de Louis Armstrong sobre la escuela pianística que estamos enfocando, habría que añadir que el entendimiento artístico que reinó, durante dilatados años, entre estos dos músicos (Armstrong y Earl Hines, desde luego), se ha tornado tradicional en los anales del arte sincopado. Desde los viejos días del Sunset Café, de Chicago, hasta el año 1951, aunque con dilatadas intermitencias, trabajaron juntos. Y el fruto de esta labor no podía ser sino el influjo y el entendimiento artístico de que hablamos.
Muchos son los ejemplos en este sentido. Pero la versión de Weather Bird Rag es quizá la más ilustrativa."
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