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File 000342 - Sobre el desdén del negro y por el negro
Part of Fondo Néstor Ortíz Oderigo
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Sus primeros artículos aparecieron en la revista “Fonos” en 1928. Luego colaboró en diarios y revistas de todo el mundo como “La Nación”, “El Mundo”, “Nosotros”, “Lea y Vea”, “Davat”,“Saber Vivir”, “Sustancia”, “Associated Negro Press”, “Oportunity”, “Playback”, “Jazz
Magazine”, “Hot Club Magazine”, “Música Jazz”, “Pensamiento da América”, “Folha da Manha”, “Ritmo”, “Quilombo”, “Mundo Uruguayo”, “Rhythme”, “Australian Jazz Quarterly”.
Néstor Ortiz Oderigo había comenzado a entusiasmarse con la música de los afronorteamericanos a los catorce años. El amor por el jazz lo había conducido a interesarse en la cultura negra de toda Latinoamérica, en particular del Río de la Plata.
Murió en 1996, a los 84 años de edad. Su viuda donó la inmensa colección de libros sobre temas antropológicos, discos, tallas y tambores al Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Su sobrina, Alicia Dujovne Ortiz, donó material inédito a la Universidad de Tres de Febrero para dar a conocer parte de la obra que no fue publicada por el autor.
Murió en 1996, a los 84 años de edad.
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El PDF corresponde a un recorte impreso que no indica a qué publicación perteneció (en el reverso se lee que se trataba de Montevideo, Uruguay), pero sí su autor: Luis Alberto Sánchez. Está pegado sobre una hoja de Repuestos "Liceo" no 5 canson granulado y su texto es el siguiente:
"SOBRE EL DESDEN EL NEGRO POR EL NEGRO
Yo siempre he insistido en la influencia del negro, sin juzgarla maléfica. Execto el simplismo v la Jactancia de quienes pretenden que la sensibilidad y la ética dependen del pigmento. El prejuicio de razas -robándole el término a Finot- carece de realidad, y mucho más en Indoamérica, crisol en donde los más severos Aristarcos pasatistas -tal Monsieur Francisco García Calderón- comprueban el amalgamiento inmediato de las más radicales discrepancias bajo el denominador común de nuestra realidad.
EL NEGRO Y SU SENSIBILIDAD
A base de una documentación que se exhibe en algunos libros míos -por ejemplo los dos volúmenes de mi "Literatura Peruana" y mi "Vida y Pasión de la cultura en América"- he llegado a la conclusión de que el negro avivo la sensibilidad americana, nos comunicó su facilidad para la superchería, su lujuria alegre y pugnaz, su coreografía ofidiana, su sentido de lo pintoresco y su alegría. Tristeza de negro siempre encierra un no sé qué de Irónico y vivaz que se sobrepone al aullido del esclavo, lo mismo en los "Molé-Mole" de los cafetales colombianos, que en las cumbias panameños, los sones cubanos, las leyendas peruanas, los candombes argentinos y uruguayos, y aún también en los aires del negro norteamericano.
Los países que carecieron de esa Influencia son menos alegres y me nos plásticos. Un cotejo de los romances populares de Chile -me refiero a la colección de don Julio Vicuña Cifuentes- y los de Cuba o Perú, arrojaría saludables conclusiones. En ello me hallo hace algo más de seis años, pero no es el momento de adelantar conclusiones que aún falta comprobar.
VULGARIDADES SO- BRE EL CANTO NEGRO:
Ya no hay novedad alguna en el tema del canto negro actual. Todos están de acuerdo en que el negro aportó un modo de sentir la realidad hasta él desconocido, Pero, no basta esa comprobación de la actualidad. Al negro se le ha considerado, con un sentido turista, como nada más que una muestra. No se ha rastreado sus honduras. Tal es como admiradores del jazz, esencialmente caótico y estridente como el negro desdeñan a que despierta sus sensibilidades. Y los literarios admiradores de Vachel Lindsay, Langston Hughes y Claude Mackal no titubean en vituperar al negro cuando sale de la órbita literaria. Pertenecen a jaez de gentes para quienes es laudable pensar en confederaciones estéticas, pero no económicas, como si la estética no fuese, en última instancia, la resultante última, la coronación del largo proceso que so gesta en las oscuras profundidades de los conflictos económicos y sociales.
Los "turistas" de la literatura y de la política, dicho sea de paso, adolecen de una tremebunda orfandad lógica. Aplauden por un lado y censuran por el otro, sin dar muestras de sindéresis ni de mediana reflexión. No de otro modo se explican ciertos desdones que suenan a ridículo. Jovencitos he visto que se deleitan en los salones de concierto con la música negra y aún repiten poemas negros, y que, sin embargo, fruncían los lindos hociquitos sombreados por bozos fotogénicos ante los llamados "negros" futbolistas del "Alianza" de Lima. Es posible que no pusieran el mismo desdén racial ante las curvas bronceadas de Josephine Baker,
Los sostenedores de tesis racistas y "cultural-occidentales" tienen una ortodoxia nominal y sonreidora. Tan superficiales como los que pretenden diferenciar los movimientos sociales por la forma o el lado de la mano que se levanta en el saludo.
CONFLICTO DE LOS DOS ABUELOS
El negro aporta, pues, un sentimiento nuevo. Una emoción Impar. Los llamados blancos la paladean. y luego, hacen como que la menosprecian. Un canto viene de una realidad. "A tiempos nuevos, cantos nuevos", formula Polonski en un capítulo de su historia de la literatura de la Rusia revolucionaria, "A nuevas realidades, nuevas canciones, y a nuevas razas, nuevas expresiones", cabe agregar como corolario. Y el negro ha formulado su estética propia, porque tiene realidad propia, Oigamos, ahora a Nicolás Guillen.
Es un poeta cubano, autor do "Poemas de Son" y de "Sóngero Conongo", libros inconfundibles, difícilmente superables. Su acento, su métrica, su tema, su vibración, su olor mismo; y luego el aire de "ñanigo joven de Guillén: los grandes ojos iluminados, la sonrisa sibilina y despectiva, parquedad de palabra, aseñoritamiento en la apostura, y los dientes blancos, blancos, y la tez oscura, oscura, sin ser negra:
Sombras que sólo yo veo,
me escoltan mis dos abuelos
Pie desnudo, torso pétreo,
los de mi negro;
pupilas de verde antártico,
las de mi blanco.
Los dos abuelos. Don Federico -el que se cansa- y Taita Facundo el que se muere-, se juntan en la sangre de Guillén.
"WEST INDIES LTD" O LAS ANTILLAS
Guillén publicó posteriormente un nuevo libro de poemas: "West Indies Ltd. En él hay menos alegría que en los anteriores, porque ahora el negro sabe que era objeto de turistas, y tanto, como que Rafael Alberti, con su incuestionable facilidad no ha podido resistir al Impulso de escribir -él también, comunista y español- un poema en tono antillana, un "Casi son" que viene en el número 740 de "Repertorio Americano". Lindo el poema, pero releo "Sensemayá” y avoco a "Papá Montero", croo una vez más que el canto negro es de los negros. No blanco Rafael
Alberti: lo auténtico es auténtico, y nadie lo roba. Se imita, más se denuncia la imitación, A Nicolás Guillén se le denuncia mestizo de negro, con su pigmento lo accesorio y su dolor -lo ancestral- apenas se leen cuatro líneas de cualquier libro suyo. Hasta cuando se inicia en la sátira política se desliza el aire ligero y sensual del cafre:
Coroneles de terracota,
Políticos de quita y pón
café con pan y mantequilla...
¡Qué siga el són!
La burocracia está de acuerdo
en ofrendarse la Nación,
ochenta dólares mensuales...
¡Qué siga el són!
Y más allá en donde caricaturiza:
Este es el pueblo del all right,
donde todo se encuentra muy mal, esto es el pueblo del very well
donde nadie está bien...
...Me matan si no trabajo,
Y si trabajo me matan…
Siempre me matan, me matan...
¿Me matan!
CUBA Y LA POESIA NEGRO
En Cuba, al par de Guillén, escriben Ballagas, Florit y otros poetas de color. Pero, en el Club Atenas, del Malecón de la Habana, sólo penetran los negros ricos, porque la raza verdadera del mundo moderno es la raza del dinero, y la otra, la raza del dolor. Negros ricos, blancos ricos, se dan la mano, y se juntan en las salas suntuosas del Capitolio, en donde cada dos bancas hay un micro, para que la Nación conozca lo que piensan los padres de la patria,
Nicolás Guillén, sin la crispación contagiosa del formidable Navarro Luna, otro cubano que escribe poemas con sangre, entona al desgaire los "sones" de la rebelión. Hierve este libro alegre de poemas. Como la rumba, cuya vocingleria oculta el drama del sexo sediento. Como estos poemas que, bajo su sonoridad, denuncian la angustia y la protesta, la insurgencia y la revolución."
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- Ortíz Oderigo, Néstor (Creator)
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