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Unidad documental simple 000302 - África en el folklore argentino
Parte de Fondo Néstor Ortíz Oderigo
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Código de referencia
Título
Fecha(s)
- 1912 - 1996 (Creación)
Nivel de descripción
Volumen y soporte
Área de contexto
Nombre del productor
Historia biográfica
Sus primeros artículos aparecieron en la revista “Fonos” en 1928. Luego colaboró en diarios y revistas de todo el mundo como “La Nación”, “El Mundo”, “Nosotros”, “Lea y Vea”, “Davat”,“Saber Vivir”, “Sustancia”, “Associated Negro Press”, “Oportunity”, “Playback”, “Jazz
Magazine”, “Hot Club Magazine”, “Música Jazz”, “Pensamiento da América”, “Folha da Manha”, “Ritmo”, “Quilombo”, “Mundo Uruguayo”, “Rhythme”, “Australian Jazz Quarterly”.
Néstor Ortiz Oderigo había comenzado a entusiasmarse con la música de los afronorteamericanos a los catorce años. El amor por el jazz lo había conducido a interesarse en la cultura negra de toda Latinoamérica, en particular del Río de la Plata.
Murió en 1996, a los 84 años de edad. Su viuda donó la inmensa colección de libros sobre temas antropológicos, discos, tallas y tambores al Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Su sobrina, Alicia Dujovne Ortiz, donó material inédito a la Universidad de Tres de Febrero para dar a conocer parte de la obra que no fue publicada por el autor.
Murió en 1996, a los 84 años de edad.
Institución archivística
Historia archivística
Origen del ingreso o transferencia
Área de contenido y estructura
Alcance y contenido
El PDF corresponde al texto original que aparece en el capítulo 30 del libro "Esquema de la música afroargentina". Se presenta lo escrito por Néstor Ortíz Oderigo en esta agrupación documental. La misma, contiene 2 fojas manuscritas relativas a las ya mecanografiadas. La primera es una pequeña nota que dice:
"1. Confrontar
1. La Experencia
2. VER: Aspectos
3. Puedo poner todo lo de ese libro?"
La segunda, sobre un papel borrador (con escritura previa en el reverso), unido con cinta:
"El África en el Folklore
1. Conclusión: Creemos que el panorama
que acabamos de trazar es suficiente para convencer al más reacio, de la presencia africana en el ámbito de nuestro folklore y entificar, una vez más, el hecho de que los negros han contribuido a nuestra cultura, en medida mucho más amplia de lo que los inveterados “hispanistas”, sin aportar pruebas claras y contundentes…"
El recorte previo, es de difícil lectura en el final, pero el grueso del texto, es tipeado:
"1. Raíces africanas
En cuanto acercamos nuestra mirada al tapiz multicolor del folklore afroamericano, se observa, sin que ello requiera un esfuerzo desmedido, el hecho de que muchas de sus dilatadas y hondas raíces están sólidamente ahincadas en las expresiones folklóricas que extienden su cordón umbilical hasta tierras africanas, sobre todo hasta el poniente del África, así como hasta Angola, El Congo y aun Mozambique.
Porque no puede negarse que la literatura folklórica africana ha sobrevivido en el Nuevo Mundo, desde el Canadá hasta el Río de La Plata. Lo hizo con mayor o menor grado de intensidad, pujanza y vigor, de acuerdo con los distintos factores de orden social, histórico, económico y cultural con que tropezó en su rudo y violento trasplante a un medio diverso y adverso. Además, hay países americanos en que los cuentos creados por el folk no sólo se narran en el idioma propio de él, sino también en hablas africanas.
Constituye un hecho diáfanamente claro que el negro, además de haber traído del África un amplio y exquisito manojo de especies folklóricas impregnadas de un denso expresionismo, ha teñido con vivos colores muchas de las creencias y no pocas supersticiones generadas a la sombra de las culturas euroamericanas y amerindias. Les ha inyectado una nueva savia y una tonalidad nueva.
Merced a los apasionantes mecanismos de la transculturación, en el instante actual, muchas de estas aportaciones han logrado una tesitura de fusión con las de otros orígenes que la tarea de discriminar científicamente lo que pertenece al afroamericano y lo que éste ha tomado prestado de otras culturas, se torna cada vez más difícil y azarosa. De igual modo, hay tradiciones en las cuales el negro está pintado de cuerpo entero, con los más persuasivos matices, y su perfil surge desde el preciso instante en que se entra en contacto con ellas. Pues resulta incuestionable que la gente venida desde el África con el sino de la esclavitud sobre los hombros, ha desempeñado un papel de singular trascendencia y de plurales relieves en la formación de las creencias, los refranes, las danzas, la organografía, los cuentos folklóricos, la música y las artes plásticas de nuestro continente.
Como paradigma singularmente ilustrativo, en el sentido apuntado se manifiesta en Brasil. Allí encontramos cuentos, supersticiones, proverbios, adivinanzas, canciones y otras ramas del folklore, narrados en yorubá, idioma de Nigeria y parte del Dahomey, en la zona occidental del África; así como contados en otros idiomas del inmenso continente. Con frecuencia en estos cuentos afrobrasileños aparecen distintos animales africanos. Narran asimismo las hazañas de los dioses de la mitología de la tierra explorada por Savorgnan de Brazza, y a través de ellos nos enteramos de diversos pormenores vinculados con las culturas y con la vida de las comunidades africanas.
Sentido de los cuentos folklóricos
Por otra parte, profundamente significativo era el sentido de los cuentos folklóricos afroamericanos, que "van corriendo por entre lo obscuro, desde los primitivos hasta los futuros", como dice José Asunción Silva. Constituían algo más que una historia que los mayores narraban a los niños, en las cabañas de esclavos, en el tercer patio de los siervos o en las senzalas, al dar término a las fatigosas y rudas faenas cotidianas. Eran una fugaz cortina de humo para huir de la amarga y frustrada vida bajo el oprobioso régimen de la servidumbre.
Volaba la imaginación del narrador, y el complejo mundo físico, la luna, el cielo, el relámpago, el trueno y los árboles cobraban dimensión humana. Se los dotaba de un sentido y de una finalidad.
Pero el cuento folklórico aloja en su seno otra faceta de la mayor trascendencia: el de la protesta contra la subordinación de un individuo a otro, contra la explotación de un hombre a su hermano y la denuncia de las arbitrariedades de la esclavitud. Como los cantos de rebelión entonados por los negros en las cárceles y en las chain gangs del sur de los Estados Unidos, constituyeron una de las manifestaciones del folklore afroamericano en que la indignación ante la soberbia y las iniquidades de la servidumbre involuntaria podían conquistar vías de expresión, aunque más no fuera que de modo velado y simbólico.
En el folklore de los negros estadounidenses, por ejemplo, el Tío Remus hospedaba magras posibilidades de luchar contra el régimen esclavista. Sin embargo, en ningún momento perdió conciencia de que el Hermano Zorro representaba a la siniestra figura del amo que lo explotaba y de que el Hermano Conejo, astuto, perspicaz e ingenioso, encarnaba al esclavo, inerme ante la prepotencia de su opresor.
Los cuentos del Tío Tigre y del Tío conejo, así como los ya citados, constituyen, sin la menor sombra de duda, auténticas reproducciones de las fábulas que corren con generosidad por las fluidas venas del rico folklore africano. Vinieron al Nuevo Mundo a bordo de los barcos negreros y pasaron de cabaña en cabaña y de casa en casa, en boca de las madres negras o madres africanas y de las nodrizas cuyas raíces etnográficas estaban plantadas en el África.
3. Aportaciones negras
No puede dudarse del hecho de que el Río de La Plata ha recogido patrones y complejos culturales de neto tinte africano. La mayor aportación de los negros, tanto en la Argentina como en el Uruguay, es susceptible de ser observada en la órbita de la música, en el ámbito de la linguística, en el horizonte de la danza y en el territorio de los cuentos folklóricos.
En efecto, el edificio del folklore rioplatense atesora todavía, con profundo celo, densas y extendidas resonancias africanas, no siempre conocidas o reconocidas. El hombre venido del África y sus descendientes, en esta órbita, ha dejado sentir su peso y ha prolongado sus dilatados ecos a través del tiempo.
Al repertorio de los cuentos y las leyendas, de los mitos y las supersticiones, el causal de la contribución del afroargentino resulta evidente que no acusa la trascendencia y la profundidad, la amplitud y la originalidad que se observa en el Brasil, en las Indias occidentales y en los Estados Unidos, zonas en que aún hoy existen genuinos especímenes folklóricos de procedencia africana, a pesar de los dilatados y penetrantes efectos de la transculturación. Sin embargo, la figura del negro, en nuestro país y en el Uruguay, de ninguna manera ha dejado de dibujar con claridad su inconfundible y característico perfil.
Presente se encuentra el afrorrioplatense en la vieja leyenda del lobizón, aunque no debe olvidarse que este mito bien podría ser de carácter universal, toda vez que se lo encuentra entre los pueblos europeos y aun entre los de oriente. pero es necesario recordar también que lo hallamos en el África, sobre todo en su zona del poniente.
En el sentido apuntado, Robert Hamill Nassau, en su obra rotulada Fetichism in West Africa (Nueva York, 1905), asevera que el reverendo J. J. Wilson, pionero de la misión cristiana en el Gabón, encontró en ese país africano, en el año 1842, el mito de que hablamos, aunque en este caso, la bestia que adquiría poderes, aptitudes y morfología humanos, era el leopardo, animal sagrado en diversas latitudes del África.
Por consiguiente, resulta bien claro que sobre esta superstición ha gravitado el hombre africano, que, además, le ha sumado nuevos sesgos, lo ha pintado con agudas gradaciones de color y lo ha enfocado a la luz de brillantes antorchas.
4. Los "negros del agua" y la "ronda catonga"
Las supersticiones de los "negros del agua" y del "negro de la laguna", se han registrado en la Argentina y en el Uruguay, procedentes, sin la menor sombra de duda, del ámbito brasileño, desde el cual hemos recibido una generosa y amplia corriente humana emanada de los negros huidos de las fazendas de San Pablo, así como infinidad de patrones y complejos culturales.
Curiosa es la proximidad que se observa entre este mito la leyenda de Iemanjá, reina de los mares e hija de Obatalá, numen del cielo, y de Odudúa, diosa de la Tierra, en la mitología del Africa occidental.
También es acreedora de recordarse la leyenda del "negrito del pastoreo", a la que nos hemos referido en nuestra obra rotulada Aspectos de la cultura africana en el Río de la plata (Buenos Aires, 1974).
Con toda evidencia, esta fábula se hospedó, igualmente, en las arcas folklóricas de nuestro país por la ancha avenida del Brasil, cuyo folklore extiende con generosidad sus amplias y profundas raíces hasta el África del poniente, hasta El Congo, hasta Angola y aun hasta Mozambique.
Conviene no pasar sin detenernos unos instantes, asimismo, en la ronda catonga. Trátase de una pintoresca diversión infantil. De muy lejos viene en el tiempo y procede en línea recta del continente africano. El vocablo "ronda" es el imperativo del verbo "rondar". Catonga deriva de Katonga, nombre de una pequeña ciudad situada en la ex Africa portuguesa, cerca de San Pablo de Loanda, antigua capital de Angola.
Desde aquella urbe llegaron negros al Río de la plata, en abultado número.
En medio del juego, la voz catonga se empleaba como onomatopeya del sonido del tambor, miembro organográfico que, en su origen y durante dilatados años, regía de manera tiránica el desarrollo de la original y animada recreación infantil. Hasta hace algunos años, la ronda catonga gozó de dilatado eco en el mundo pueril de ambas márgenes del ancho río.
5. "Dialis" y "griots"
Entre nosotros, los dialis y los griots o trovadores africanos -llamados zambas, en algunas islas de las Indias occidentales- eran los encargados de narrar los cuentos, las leyendas, los relatos maravillosos, las ingeniosas fábulas, las historias humorísticas, de amor y anecdóticas.
En los fogones que improvisaban los soldados, durante nuestras contiendas, en que los negros actuaron en primera fila; en "boliches" y "pulperías", el hombre de prosapia africana se convertía, invariablemente, en el pivote de la reunión. Era el narrador por excelencia, capaz de mantener, durante horas, la amenidad de sus relatos, plenos de la característica ironía, los pintorescos giros, las rutilantes imágenes y el humor y la "chispa" con que siempre aparecen teñidas las expresiones del folklore fundido en crisoles africanos.
Como lo señala Carlos Ibarguren, en su libro titulado De nuestra tierra (Buenos Aires, 1917), los esclavos africanos excitaban la pueril imaginación con los cuentos nocturnos de brujas y aparecidos, que narraban al oído, infundiendo sus terrores supersticiosos y primitivos.
Respecto del ambiente africano en que nacían y se relataban los cuentos folklóricos, H. C. Granch. en su trabajo intitulado African Folktales (Londres, 1940), apunta que a la luz vacilante del fuego, junto al cual se prolongaban las veladas, o bien bañadas con la luz lechosa de una noche de luna, viejos narradores negros, verdaderos rapsodas, gustaban de narrar sus fábulas. Añade luego el autor que la penumbra agregaba su encanto de misterio a lo maravilloso y pintoresco de sus cuentos, y si la impresión se tornaba excesivamente angustiosa, un relato cómico o fanfarrón, o un apólogo satírico, disipaban el terror que comenzaba a pesar sobre el auditorio.
Al ser repetidos, tanto en la Argentina como en el Uruguay y en el resto de América, estos cuentos y relatos de matriz africana se fueron deformando insensiblemente y se adaptaron al nuevo ambiente y al carácter de quienes los narraban. Y los temas y los personajes de la
cultura africana se plegaron al medio americano; tomaron su calor y color. Así fue como el chacal del Africa se identificó con el zorro; la liebre sobrevivió en el conejo, y las tortugas terrestres o terrapins son las superstites de las enormes tortugas acuáticas de la tierra investigada por verney Lovett Cameron.
6. ¿Negros "bozales"?
vibración de mayor certidumbre adquieren estas influencias culturales si consideramos, en contraposición de lo que se ha supuesto, que no todos los esclavos zurcidos en la densa trama etnográfica del Nuevo Mundo, incluido el Río de la plata desde luego, eran negros bozales, obtusos, brutos y embrutecidos por el trabajo infrahumano/que se los obligaba y la sistemática acción del látigo y otros placeres de los esclavistas. Sabido es por todos los estudiosos de los problemas vinculados con la africanística y la afroamericanística, como erguida rama de la antropología, que en las redes de la esclavitud fueron atrapados siervos pertenecientes a los distintos estratos de la civilización y la cultura africanas. cayeron en ellas desde los onises o trabajadores manuales hasta los oniwareres o caballeros; desde los onijés o bailarines hasta los olorin o músicos; desde los oba o reyes hasta los okyneames, profundos conocedores de las tradiciones históricas de los pueblos africanos, y los onilus o tamboreros, que son los fieles depositarios de la memoria del grupo social a que pertenecen y los rectores de todas las fases y facetas de las actividades del pueblo.
Y entre ese pacífico ejército de esclavos formaron también y fueron repartidos a través de todo el mapa de América, los ya mencionados dialis y griots, narradores profesionales, considerados como los creadores y modificadores de la opinión pública. A estos destacados personajes de la cultura africana se los admiraba por la fluidez y la habilidad en el manejo del habla, así como se los temía, pues el idioma, en boca de ellos, se trocaba en un arma poderosa y peligrosa cuando se volvía contra un rival o enemigo, o contra alguna persona a quien se deseaba ridiculizar o zaherir."
Valorización, destrucción y programación
Accruals
Sistema de arreglo
Área de condiciones de acceso y uso
Condiciones de acceso
Condiciones
Idioma del material
- español
Escritura del material
Notas sobre las lenguas y escrituras
Características físicas y requisitos técnicos
Instrumentos de descripción
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Existencia y localización de copias
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Notas
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- Ortíz Oderigo, Néstor (Productor)
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Identificador de la descripción
Identificador de la institución
Reglas y/o convenciones usadas
Estado de elaboración
Nivel de detalle
Fechas de creación revisión eliminación
Idioma(s)
- español
Escritura(s)
Fuentes
Nota del archivista
Descripción elaborada por María Elsa Rodríguez.